Cambiar el modelo de gobernar en una sociedad tan corrompida es un desafío

Roque De León, articulista de El Atlántico

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Todos conocemos que en nuestro país no se ha renovado ni se renovará por muchos años el pensamiento “ideológico-político”, cada generación transmite su cultura a la siguiente; por eso se hace tan difícil desarrollar una dinámica que con honestidad, se convierta en herramienta para prevenir que los actores de los sectores público, privado y de la sociedad civil se apropien de manera ilegal de los bienes del Estado.

Por décadas hemos tenido los partidos políticos que son “el instrumento de organización de la sociedad”, manipulados por un grupo de caudillos que en contadas excepciones sólo buscan su proyección y el beneficio particular para su entorno.

Cuando ese propósito no es logrado a su manera dentro del grupo al que pertenecen, es propiciada la división interna y con toda facilidad y libertad se forma una empresa personal y auspiciadora de la corrupción, que en eso se han convertido los partidos políticos en nuestro país.

Esa acción se repite una y otra vez sin que los ciudadanos nos concienciemos para establecer las medidas correctivas que nos garanticen una sociedad con la actitud de combatir y eliminar ese flagelo.

En la medida que la corrupción se establece como cultura social se crea un efecto multiplicador estableciendo como marco normativo la impunidad y la falta de consecuencias.

Es por eso que en República Dominicana los que han sido empleados de 5ta. categoría y acumulan de forma ilegal bienes materiales con protectores políticos que les resguardan con la impunidad, forman un equipo que sin los méritos ni la concienciación requerida se hace dueño de las estructuras de los partidos y de los cargos electivos; convirtiéndose en una maquinaria que tritura la sociedad.

Ese tipo de estructura mafiosa es la que tenemos que desmontar, para hacer de los partidos políticos un instrumento que promueva la integración y participación democrática de la ciudadanía en los temas nacionales.

Lograr el objetivo anterior nos conduce a neutralizar: los grupos de poder económico que manipulan el comercio y la economía del país, la infiltración en la actividad política de personas con recursos obtenidos de actividades ilícitas, la manipulación del marco jurídico, el comercio con la salud y la educación, de igual forma la injusta distribución de la riqueza, generadora de tanta desigualdades sociales.

El resultado de la comparación de esos males que encarnan parte de las modalidades de corrupción que estancan y mantienen a nuestra sociedad controlada por un minúsculo grupo de individuos y familias, con lo que debe ser el funcionamiento óptimo e ideal de los estamentos del Estado nos llama a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como ente social en la identificación, denuncia y combate de ese monstruo que se apropia y consume lo que nos pertenece a todos.

Hay un dilecto equipo integrado por los comunicadores y periodistas que a través de la orientación y la educación tiene como misión ser el equilibrio entre el Estado y la Sociedad, esta responsabilidad se ha diluido en el tiempo, ya que una buena parte de éstos lejos de ser parte de la solución se han convertido en parte del problema por no saber distinguir y separar su militancia política del deber que tiene con su oficio o profesión.

Cuando asumamos el desafío de formarnos y educarnos responsablemente, estaremos listos no sólo para denunciar los corruptos y la corrupción, sino para enfrentarlos con toda la entereza que estos ameritan.

ROQUE J. DE LEÓN B. (MAE)
DIPLOMADO EN TECNICAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP

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