En política los niveles de la presión arterial deben medirse en milímetros de mercurio, igual que la de los seres humanos, a menos que el político tenga en su psique la errónea creencia de que mal o bien… él sabe más. De ser así lo veremos dando saltos de garrocha de equivocación en equivocación.
La escuela clásica de política aconseja ‘Cero Presión Arterial’ para ejercer la más bella de las ciencias: ‘La Política’.
En Puerto Plata, creo que por genética, hay una familia de estirpe política, que maneja al dedillo la prudencia, la sangre fría, sin dejar de ser sensibles, solidarios y humanitarios, me refiero a la familia ‘Durán’.
Comenzando por el pionero Tommy Durán, el ‘pather famili’ de la dinastía de luchadores por la democracia, desde el viejo y vetusto PRD hasta el hoy gobernante PRM. Continuado con Doña Licelot, siempre laboriosa y callada, pero al pie del cañón como el primer soldado, noche y día, sin apelar al cansancio para retirarse al descanso y siempre ondeando la bandera transparente de la prudencia.
De ambos troncos genéticos -Tommy y Licelot- provienen dos jóvenes ejemplares en todo el sentido de la buena palabra:
Emil e Igor.
Dos hijos aventajados, políticos por herencia y por formación, que honran el apellido Durán con cada palabra que pronuncian y lo engrandecen con cada paso que dan.
De todos, de Tommy, Licelot, Igor y Emil recibimos cada día muestras palpables de la medición en milímetros de mercurio de la presión arterial de los vaivenes de la política y sus avatares conflictivos.
Son ejemplo a seguir, aunque resulte incómodo para algunos reconocerle a la familia Durán, esas virtudes tan difíciles de cultivar en la política: Prudencia, decencia y solidaridad.