La permanencia en el poder corrompe la institucionalidad y desnaturaliza la democracia

Roque De León, articulista de El Atlántico

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Cuando un individuo o grupo de individuos persisten en el manejo del poder político por más tiempo del prudente, les causan daños a los instrumentos que tiene la sociedad para sostener el sistema que le garantiza estabilidad en la soberanía, elegir y controlar su gobierno, además sufre descomposiciones que les hacen perder las cualidades que le dan la esencia de ser.

En el ámbito político, empresarial y social en el que convivimos, es cultura que los hombres y mujeres que acceden a la dirección de algunas instituciones públicas, privadas o de la sociedad civil, intentan hacer de estas un instrumento para su lucro particular; generando distorsiones irreparables.

En nuestro país es suficiente pensar cuántos gobiernos hemos tenido desde la Primera República y/o la Restauración, de las que distamos trescientos setentisiete y ciento cincuentiseis años, respectivamente.

Cuando los organismos calificados evalúan cualitativamente el rendimiento y la evolución en el desempeño de nuestras instituciones, la conclusión es que su avance no se corresponde con el sacrifio e inversión de recursos que hace ellas.

La explicación está en que las personas que regularmente dirigen y supervisan las mismas, en muchas ocasiones no cuentan con las competencias definidas en el perfil del puesto y establecidas por las políticas internas, lo que representa una violación de los procedimientos desde el inicio del proceso de la designación que se refleja en deficiencia.

La permanencia en el poder por más de ocho años de un mismo grupo político en sociedades como las nuestras, donde se tiene la creencia de que sólo los miembros de èste adquieren el derecho a participar de la Administración del Estado, las deficiencias y malas prácticas se multiplican de forma exponencial ya que se repiten y obvian los mismos errores; a la vez que se desaprovecha el talento de personas con sobradas competencias o conocimientos.

Esas cualidades son transferidas a las instituciones del sector privado y la sociedad civil donde se potencializan y se forman clanes de poder que promueven acciones que debilitan el sistema institucional a través de: tráfico de influencia, corrupción a todos los niveles, compra de resultados electorales, entre otros que disminuyen el poder y derechos del soberano que es el pueblo; a la vez que generan desconfianza en el sistema democrático.

En República Dominicana se ha modificado la Constitución en reiteradas ocasiones; para frenar el acceso al poder de unos y otras para facilitar y permitir el ascenso de otros.

Las frecuentes modificaciones son posibles por la falta de independencia de pensamiento y acción de los legisladores, el compromiso de estos no es con el pueblo que los elige sino con el partido que los propone y promueve, de igual manera con el representante del Poder Ejecutivo si su grupo administra las instituciones del Estado. Eso constituye un desvío al mandato constitucional de separación de los Poderes del Estado y un golpe mortal a la democracia.

Los dominicanos exhibiremos una democracia que nos enorgullezca, donde funcionen las instituciones y cumplir con nuestros deberes sea un placer porque están garantizados nuestros derechos, cuando dejemos de ser fanáticos de los partidos políticos para ser ciudadanos concienciados de que, el poder no es de los grupos que por mandato nos representan en la administracón de los bienes de Estado; sino que el poder es nuestro, del pueblo que es “El Soberano”.

ROQUE J. DE LEÓN B. (MAE)
DIPLOMADO EN TECNICAS DE COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP

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