En el lenguaje simple el servicio es un bien intangible pero muy perceptible generado por un conjunto de acciones que tienen como norte satisfacer las necesidades del blanco de público al que va dirigido. También puedo decir que es el valor agregado a un bien para asegurar la fidelidad de nuestros clientes.
Para convertir eso en realidad es necesario que los servidores tengan aptitudes, actitudes, las competencias requeridas pero sobre todo características y formación de un ser humano con vocación de compromiso.
Antes del surgimiento del Modelo Económico Neoliberal o la conversión de la Economía Industrial a la de Servicios, las sociedades como las nuestras sólo conocían como servicios los que recibían de los gobiernos y que luego pagaban como: energía eléctrica, agua potable y de igual manera, las residuales.
La recogida de basura era asumida como un deber por los cabildos además el sector privado brindaba el servicio telefónico para los que podían pagarlo y los bancos comerciales con sus normas muy bien definidas, estaban disponibles para un reducido blanco de público.
Servicios vitales como Salud y Educación por manipulación del sector privado con la complicidad del público hace mucho tiempo que están privatizados en un alto porcentaje; lo mismo ha sucedido con los del agua, electricidad y la recogida de los desechos sólidos en muchas ocasiones, salpicados de la más brutal corrupción.
La Economía de Servicios impacta de manera negativa a las sociedades que como República Dominicana no se prepararon para la transformación de abandonar la producción para convertirse en consumidor, por ende en importador.
Esa trasformación no sólo genera desempleo e inflación por la movilidad de personas de una locación a otra y falta de producción de bienes de primera necesidad, sino que en la medida que se incrementa la demanda de servicios nos hacemos deficientes en la calidad y respuestas en el tiempo por la falta de personal calificado y tecnología apropiada.
Nuestro país inició esa metamorfosis a finales del año 1979 e inicios de los 80’s, consolidándose en los años 90’s con la mal recordada Capitalización de las Empresas del Estado.
A partir de ese momento, República Dominicana asumió como el buque insignia de su Economía la «Industria del Placer y la Hospitalidad» en todas sus vertientes y con todos sus riesgos como son: corrupción desde la administración pública en contubernio con el sector privado, blanqueado de bienes, abuso de poder, posibilidad de ocultar y fomentar la delincuencia internacional, vulnerabilidad ante situaciones de crisis como es el caso del Covid-19, entre otros.
Esas transformaciones traen como una necesidad el tema del emprendedurismo, con el que, ante la imposibilidad del sector público y privado de crear las oportunidades de empleos demandadas se les crea la ilusión a una gran cantidad de personas regularmente jóvenes de gernerar y explotar una idea; pero sin aportarles las asesorías técnicas ni los recursos necesarios.
Una sociedad que pretende convertirse en un referente teniendo como base una Economía de Servicios, tiene que lograr no sólo ser eficiente sino eficaz y eso se obtiene a través de delicadas y bien pensadas Políticas de Educación Ciudadana y una equitativa distribución de los resultados; para que todos trabajemos y estemos comprometidos con la ejecución de una misma misión que nos conduzca al logro de una visión común.
Cuando podamos mostrar eso como logro estaremos en capacidad de gritar a pulmón lleno que somos exitosos en la implementación de la Economía de Servicios como un sistema eficaz y poderoso que nos beneficia a todos por igual.
No basta con la opulencia de un pequeño grupo cuando se están sacrificando los recursos de todos.
ROQUE J. DE LEÓN B. (MAE)
DIPLADO EN TECNICAS DE COMUNICIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP