Cuando nos apasiona hacer opinión y lo hacemos de manera objetiva y responsable, las demás personas confían en que seamos un adecuado canal para expresar su sentir, eso nos compromete a escribir este difícil pero humano e interesante artículo.
Para iniciar, tenemos que reseñar que el 27 de marzo de este año 2020 como consecuencia del COVID-19 el Gobierno Dominicano dispuso un paquete de ayudas económicas para beneficiar al país, incluyendo renglones del empresariado; con la flexibilización de las fechas del pago de algunos tributos y a las entidades de intermediación financiera con la liquidez de más «RD$80 millones y US$600 millones, de igual manera el incremento a RD$30,133.4 millones los recursos liberados del encaje legal para facilitar préstamos a las familias y sectores productivos».
A raíz de esa situación algunas de las entidades de intermediación financiera dieron una gracia o prórroga a sus acreedores suspendiendo los pagos de las cuotas que eran compromisarios por un tiempo determinado, más no así la acumulación de los intereses.
Cumplido el plazo de la prórroga a muchas de esas instituciones no les ha importado que la Economía del Mundo ha estado semi-paralizada y República Dominicana no escapa a esa realidad; con cientos de empresas cerradas muchas de las cuales, sin la más mínima posibilidad de aperturar nueva vez y otras que lo harán de forma parcial, más de un millón de empleos perdidos lo que hace que el presente y el futuro inmediato de muchas familias que hasta antes de la pandemia, emocional y económicamente eran estable, hoy sea incierto.
Aún ante esa innegable realidad, las instituciones bancarias han enfilado sus cañones hacia sus acreedores sin ningún tipo de consideración ni prudencia ante la presión psicológica por la que atraviesan estos, a tal punto que muchos de ellos lo califican como una especie de acoso desconsiderado.
Si bien es cierto que esas instituciones no son de beneficencia, sino que forman parte de un importante renglón de nuestro comercio, no menos cierto es que la fortuna que han logrado acumular en los últimos años se debe a la participación en su jugoso negocio de esos, que ellos hoy atormentan; olvidándose de que para las empresas existe lo que llamamos solidaridad y el compromiso social.
En determinadas épocas del año las instituciones de intermediación financiera promueven ferias de diferentes modalidades: comerciales, de consumo e hipotecarias creando a las personas, sobre todo a las llamadas de clase media, espectativas y necesidades que se les convierten en compromisos que aún en condiciones normales se les hace difícil cumplir; situación que se ha complicado por la inactividad económica generada por la pandemia del COVID-19.
Dentro de los servicios y bienes que promueven y financian las instituciones de intermediación financiera y que regularmente adquieren sus acreedores se encuentran financiamientos: de viajes de negocio y de placer; agrícolas, avícolas, bovinos, porcinos, pecuarios e hipotecarios; de igual manera a pequeñas y medianas empresas; a adquirientes de vehículos de diferentes categorías y artículos para el hogar, entre otros.
Los que conocemos la crisis inmobiliaria del año 2008 en Estados Unidos, tenemos bien presente que al ser investigada en el año 2009 las principales conclusiones del informe final señalaron que: «la causa fundamental de esta fue la negligencia de las autoridades oficiales del área financiera y de los gestores bancarios por estos incumplir las reglamentaciones establecidas en ese sector»; República Dominicana podría estar abocada a una crisis superior a esa ya que en este momento estan impactadas en un alto porcentaje nuestras estructuras: familiares, de producción y comerciales.
Es el momento apropiado para que las autoridades monetarias de nuestro país, tomando como base los últimos informes del crecimiento y beneficios exhibidos por ese importante sector de la Economía Dominicana; se sienten con los que planifican y administran esa estructura para de manera armoniosa e inteligente, encuentren una salida a esta realidad que golpea a una parte importante de nuestra población.
Esos ciudadanos están siendo obligados a buscar de manera compulsiva una determinada cantidad de dinero, y luego de entregarla a su deudor, de forma desigual y bajo deshumana presión renegociar la deuda incluidos los intereses acumulados; seguros estamos de que ante las circunstancias actuales, de ninguna forma podrán cumplir con los resultados de las renegociaciones. Es un asunto de falta liquidez.
Si las autoridades correspondientes continúan haciéndose de la vista gorda ante esta evidente problemática, muy pronto estaremos ante una arrolladora avalancha de procesos legales que mediante la figura del embargo, podrían dejar a muchas personas físicas y morales en la más cruel de las miserias como resultado de la incautación de los bienes adquiridos por su propio esfuerzo y con los préstamos contraidos; de los cuales ya posiblemente hayan pagado una parte importante. Cosa que puede ser evitada.
Concluyo diciendo a las personas que tienen espíritu de emprendedores, que esa es una excelente virtud que puede surgir por varias razones, entre ellas: el deseo de ser independientes y auto-suficientes, la incapacidad de los Gobiernos y del Sector Privado de crear las oportunidades de empleo para satisfacer la demanda del gran número de jóvenes que cada día con más y mejores ilusiones asisten y se capacitan en las instituciones de formación técnica y profesional y la peor de todas, es la esperanza desesperante de sobrevivir a grandes crisis como la que hoy nos golpea; que debe hacer fluir nuestro ingenio a la vez que nos haga reflexionar.
Pero de una cosa seguros estamos, aún eso no es razón suficiente para dejarnos arrastrar por las ofertas desmedidas de financiamientos, que al final al no poder solventar, se convierten en una brutal y atropellante tragedia para el acreedor y su entorno; provocando el acoso de las intermediarias financieras. Antes de dejarnos seducir por cualquier tipo de financiamiento, busquemos información y dejémosnos asesorar.
ROQUE J. DE LEÓN BORBÓN (MAE)
DIPLOMADO EN COMUNICACION SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP