La familia entre educar y formar en medio de la pandemia

Roque De León, articulista de El Atlántico

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Cuando leíamos los periódicos tradicionales seguíamos los escritos de Don Rafael Herrera, Rafael Molina Morillo y Radhamés Gómez Pepín, porque escribían artículos de fondo, de manera reflexiva e impersonal analizaban un hecho dejando una enseñanza, y para desarrollar el tema de este artículo es el estilo que debemos emplear.

A la unión de una pareja que desarrolla un proyecto de vida en común, más sus hijos si los tienen llamamos “familia” por su vínculo sanguíneo. Los padres son responsables de entregar a la sociedad sus descendientes directos (hijos) con una buena educación en valores éticos y morales, a la vez que son compromisarios de costear sus necesides hasta que estos cumplan la mayoría de edad, incluida su formación académica.

Hasta antes de la “democratización” de la Economía (Economía de Servicios ó Neoliberal), para las familias, lo más importe era el equilibrio emocional; el padre y la madre contribuían por igual a la educación y formación de los hijos por lo que que teníamos un entorno más sano, los consumidores de drogas y asaltantes eran muy pocos y, por todos conocidos.

El núcleo familiar pasó a un segundo plano desde el instantante en que se aperturaron las facilidades para acceder al crédito y se vendió la idea de que todos podemos tener las mismas comodidades y niveles de consumos, la sociedad en este momento paga las consecuencias.

Se inició un nuevo estilo de vida donde la ambición de “tener” superó el “ser”, asistíamos al incremento de la trata de personas y la prostitución como negocio asociado al macro y micronarcotráfico, inversiones que nunca se investigan sus orígenes, proliferación de urbanizadores y urbanizaciones, edificios y torres; además de una nueva generación de acumuladores de bienes materiales fruto de la corrupción administrativa en los sectores públicos y privados; y como si esto fuera poco, la competencia desmedida entre personas y familias.

El inicio de esa nueva etapa de la “Economía Dominicana” significó una revolución social con una gran falta de educación de hogar, usted determine si para beneficio del bien o del mal. Por momento en el acercamiento entre servidores y servidos parecía que volvíamos a la época donde todos se conocían y compartían porque no existía la Educación ni la Medicina privada, que surgieron como resultado del descuido de los administradores de los recursos del Estado en complicidad con el sector privado.

Ese nuevo Modelo Económico que lo menos que prevee es la unidad y educación familiar por la cantidad excesiva de tiempo que les exige a los padres fuera del hogar; sí permite que, personas de diferentes niveles sociales asciendan económicamente facilitándoles la adquisición de bienes muebles e inmuebles que en otros tiempos les eran vedados. Eso ha dado como resultado la creación de nuevas urbanizaciones y residenciales como forma de los adinerados tradicionales huír del lado de los nuevos, al final deberán buscar un lugar en el espacio.

Mientras todo esto sucedía se hablaba del crecimiento económico, de la Era de la Tecnología y el Conocimiento; inversiones en mega-proyectos, como resultado de todo eso se creaban nuevos grupos de millonarios con fortunas injustificables, y crecía la gran brecha de desigualdad social puesta en evidencia de forma vergonzosa por la Pandemia del COVID-19.

Esa Pandemia pone ante un gran reto a las familias dominicanas al iniciarse un nuevo año escolar, donde los padres tendrán que disponer de tiempo presencial y de calidad para monitorear la docencia virtual de sus hijos o en su defecto pagar un tutor para que les acompañe.

A eso tenemos que agregar que la conectividad existente es muy deficiente, nos prometen y cobran una cantidad de megas cuando en realidad nos sirven menos y, de muy baja calidad, porque hay ayuntamientos como el de Puerto Plata que por asuntos de intereses no ha permitido la instalación de la fibra óptica. Cuando se conectan tres dispositivos subiendo y bajando información es un verdadero caos; a eso debemos agregar que en nuestro país aún hay lugares tan remotos que la señal de radio no llega.

Se vislumbra que una gran cantidad de familias no podrán inscribir sus niños en los colegios, sobre todo los de Educación Inicial porque no pueden dejar de trabajar para acompañarles en tandas virtuales completas y el dinero que ganan no es suficiente para pagar un tutor que de el seguimiento durante su ausencia.

El COVID-19 nos expone como sociedad no sólo a enfrentarnos a ciudadanos con falta de educación familiar, sino, con muy mala o ninguna formación. Eso sin lugar a equivocarnos contribuye a: la falta de concienciación, consumo y venta de sustancias prohibidas, incremento de la delincuencia, prostitución y corrupción en todos los órdenes.
Cosecharemos una sociedad convulsa, violenta y en permanente estado de colapso.

Los administradores del Estado y los actores del conglomerado en general, estamos en el deber de buscar una salida equilibrada a esta situación que amenaza con ampliar la brecha de la pobreza reflejada en la exclusión educativa para una importante franja de la población.

Concluimos expresando que la comunicación de opinión es reflexiva, crítica, pero sobre todo educativa; por lo que seríamos felices si al menos una vez por mes pudiéramos deleitarnos leyendo un artículo de fondo, emanado de la mente y del puño de tantas personas talentosas que tenemos en nuestro pueblo sobre todo nuestros queridos y admirados profesores; muchos de ellos en retiro pero que tienen bastante para aportar a nuestras generaciones en lo que a educación familiar y formación se refiere.

ROQUE J. DE LEÓN BORBÓN (MAE)
DIPLOMADO EN COMUNICACIÓN SOCIAL INTEGRAL
MIEMBRO DEL: SNTP Y SINLOPP

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