Un hombre afroamericano de 34 años del estado de Minnesota que permanecía preso desde los 16 por el asesinato de una menor, fue puesto en libertad este martes luego de que afloraran dudas sobre la investigación del crimen, informan medios locales.
En 2002, Myon Burrell, el condenado, fue sentenciado a cadena perpetua por el crimen de Tysha Edwards, una niña de 11 años que murió tras ser alcanzada por una bala perdida mientras hacía la tarea en su casa en el sur de Mineápolis.
El disparo fue efectuado en medio de una balacera entre dos pandillas. Posteriormente, Burrell fue identificado por uno de los miembros de una banda rival, a pesar de que el hecho ocurrió de noche y el tirador estaba oculto tras una pared a 40 metros de distancia del supuesto testigo.
Los investigadores se valieron de los testimonios de otros presos que —a cambio de una reducción de sus condenas— señalaron a Burrell, aunque en ningún momento se halló el arma del crimen, ni tampoco material genético o huellas dactilares del sospechoso.
Posteriormente, algunos de los informantes se retractaron, mientras que uno de los cómplices de Burrell, condenado a su vez a 45 años de cárcel por otros crímenes, se adjudicó el disparo que acabó con la vida de la menor.
El caso volvió a acaparar la atención de los medios a principios de este año luego de que una investigación de Associated Press y American Public Media señalaran todas estas inconsistencias.
Finalmente, la Junta de Indultos de Minnesota dispuso este martes que la condena de Burrell sea conmutada por 20 años de cárcel, con el tiempo que le resta por cumplir, en libertad vigilada.
Fuente: RT Actualidad