Panegírico ante la tumba de Conde Olmos

Conde Olmos Golibart

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Por: Vianco Martínez

SANTO DOMINGO (República Dominicana).- Estaba haciendo una crisis y lo llevamos al hospital Moscoso Puello. Allí estuvo tres días tirado como un perro en Emergencia. En un momento trató de llegar al baño y no encontró quien lo ayudara, y se cayó, agudizándosele lesiones que ya tenía.

Lo llevamos al Instituto de la Diabetes de Los Ríos, y de allí, alegando  tecnicismos, lo rebotaron. La estrella del día fue una doctora que lo diagnosticó por teléfono y le mandó a decir que no tenía ninguna condición para ser ingresado.

Al final lo llevamos al hospital Salvador B. Gautier, donde estuvo ingresado por siete días, y donde finalmente murió la mañana de ayer.

Entró a ese centro gracias al esfuerzo personal, personal, del doctor Fulgencio Severino, quien fue prácticamente la única persona que le ofreció la poca calidez que el sistema de salud permite.

Conde Olmos Golibart era una gloria discreta del periodismo dominicano. Como persona, como ciudadano y como profesional siempre hizo lo correcto. Su trayectoria en los medios de comunicación habla por él.

Aquí te dejamos, Conde Olmos, amigo del alma.

Ojalá que la tierra te trate mejor que como te trató la vida!

¡Y ojalá que algún día, algún día, el sistema de salud de la República Dominicana deje de oler a orina!

Adiós Conde, gracias por tu amistad. Desde ya tus amigos te extrañamos.

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